escucha y dirección hasta que llegamos a estar cada vez más conscientes de su presencia y dirección dulce en todas las circunstancias de nuestra vida. (Tan y Gregg 1997, 60) Involucra asirse de Dios y vivir de un centro divino, permitiendo que nuestra fe impregne cada faceta de nuestra vida. Cuando practicamos estar conscientes de la presencia de Dios, comenzamos a percibir sus señales a través de todo el día. Dondequiera que estemos, comenzamos a dialogar con el Señor. Compartimos nuestro corazón
Page 18